Las Pozas / Edward James y Plutarco Gastélum
The natural beauty of Xilitla inspired English artist Edward James to create Las Pozas ("the Pools"), a garden in a subtropical rainforest just outside the town of Xilitla. It includes more than 80 acres (32 ha) of natural waterfalls and pools interspersed with towering surrealist sculptures in concrete.
James' objective was to create a "Garden of Eden" at Las Pozas. A foundation now owns and operates Las Pozas which is open to the public.[8] Edward James house, near the centre of Xilitla is known as El Castillo and is now a hotel.
James, Margaret Hooks, "Surreal Eden: Edward James & Las Pozas", Princeton Architectural Press, New York, 2006, ISBN 978-1-56898-612-8, "Dream Works: Can a Legendary surrealist Garden in Mexico Bloom Again?", New York Times Style Magazine, March 30, 2008
Edward James & Plutarco Gastélum: El Regreso de Robinson. Introducción
Texto publicado en Irene Herner, Edward James y Plutarco Gastélum en Xilitla. El regreso de Robinson, Fundación Pedro y Elena Hernández, Gobierno de San Luis Potosí, CONACULTA, México, 2011, pp. 26-37. / https//colecciondecomunicacionartisitca.wordpress.com
Un buen día de 2004, Joaquín y yo, nos encontramos de casualidad ante unas imágenes que nos cautivaron desde los monitores del Aeropuerto de la Ciudad de México. Se veía a un sesentón extranjero y más bien gordo, de cabeza blanca y cabellera larga, tan despeinada como sus barbas, sonrisa maliciosa, ojos inquietos y un perico o un tucán sobre el hombro, que en su conjunto evocaba a Robinson Crusoe, quien caminaba con cierta torpeza en medio de una selva envolvente, que revelaba extrañas formas arquitectónicas y hermosas caídas de agua[1]. Se trataba de Las Pozas en Xilitla, y el hombre se llamaba Edward James.
Hicimos el largo viaje para llegar a Xilitla. Cruzamos por un extraordinario camino que comienza, después de Tequisquiapan, en la desértica, redonda, rugosa, infinita Sierra Gorda. Después de muchísimas subidas y bajadas rodeados de formas texturas y colores de cactáceas… sorpresivamente, detrás de una curva, esta aridez se transformó en una sierra verde maravillosa, sembrada de coníferas. Siguieron tres horas más de curvas sin fin ante una escenografía espectacular, que va transformando el bosque en un paisaje subtropical, de los más jugosos de América. Donde termina Querétaro e inicia San Luis Potosí. El largo camino había ido procesando nuestras almas para sentir Las Pozas, este extraordinario lugar, escondido en la Sierra Huasteca de San Luis Potosí, lejano aún para los habitantes de México. Subir y bajar entre la vegetación y las edificaciones, dejar que la cadencia nos fuera revelando aquel laberinto, los pasillos, los muros, las puertas enigmáticas, los puentes sin barandales, detenerse en seco ante las escaleras sin bajada,estar envueltos por la visión de la corriente, la espuma y el ruido portentoso del agua verde/azul de sus caídas, la pesada y húmeda atmósfera, los ruidos y zumbidos sin fin. Todo esto nos tenía alborozados, encantados. Era la personificación de la selva que inspiró a pintores europeos desde el siglo XVIII, como Rugendas, al aduanero Rousseau –uno de los pintores que James admiró más- y Paul Gauguin. Es también una selva como ésta, por la que mis tíos, judíos austriacos refugiados de la 2da guerra, se apasionaron por México y me hechizaron a mí.
Edward James, fue un tío Rico Mcpato de la realidad europea. De origen mitad inglés, mitad estadounidense. Heredero millonario durante la caída de la Bolsa de Valores de Wall Street en 1929. Parecía que podía comprar todo lo que su deseo le ordenara, pero su deseo lo llevó por los caminos del arte, especialmente la poesía y a frecuentar y comprar obra de los artistas más reconocidos, como Picasso, a ser el amigo y apoyar a artistas surrealistas de la talla de Salvador Dalí, de René Magritte y de Leonora Carrington. Heredó de su familia millonarias inversiones industriales y bancarias, un castillo neo-gótico en la campiña inglesa, en West Dean, cerca de la encantadora ciudad de Chichester, tierras, varias casas en Londres, y una considerable cantidad de pinturas y objetos antiguos.
James conoció en Cuernavaca a quien sería su socio en Xilitla, Plutarco Gastélum, cuando este sonorense, nacido el mismo año de 1914, en el mismo pueblo de Álamo en que nació María Félix, trabajaba para la oficina de Telégrafos. El origen de Plutarco era humilde, su madre conservaba su cultura y origen Yaqui, su padre, al igual que el de James, murió cuando éste era niño.
En la obra realizada por Edward James y Plutarco Gastelum en Las Pozas, hallé, para empezar, otra manera de enfocar al mítico Tarzán, pero sobre todo reencontré actualizado al mito de Noé. Pude percatarme de la relación clara de James con la mentalidad de Robinson Crusoe y la de otros personajes literarios como éste.
El escenario de Xilitla se apega al de la isla salvaje de todos los tiempos, pero en el lugar del mar océano, en este caso se me presentó el imaginario de una guerra mundial que terminaba y una guerra fría que en 1945 se iniciaba y que implicaba un cuestionamiento de la cultura occidental y sus principios éticos y estéticos. Era una sociedad decadente, en descomposición, de la que era conveniente escapar, para reinstaurarla “idéntica en la diferencia” en otra parte. Había que hallar un último reducto, construir una síntesis de la cultura europea, en otro espacio, dentro del tiempo circular del mito.
La interpretación iconográfica y la ubicación de Las Pozas en el contexto de la Historia del Arte produce, como se verá, fascinantes efectos metonímicos y metafóricos. Y otro aspecto estético maravilloso de la instalación en Xilitla, es que está en constante metamorfosis, gracias a sus íntimos vínculos con la naturaleza. Cada una de las veces que, desde entonces, hemos vuelto a Xilitla, nos sorprendemos con nuevas revelaciones, perspectivas diferentes, cambios constantes en las formas de las plantas, en la herrumbre sobre las figuras de cemento que nos provoca a creer que una columna se convierte en tronco o en liana. El musgo va marcándolo todo, confundiendo lo natural con lo construido, con aquello que no se renueva de manera cíclica, una vez que se permite su decadencia. Los directivos del Fondo Xilitla son concientes de la urgencia que tiene este espacio de una fuerte y constante inversión para su conservación y restauración con criterios artísticos y documentales y para la instauración de un sistema de visitas acorde con la propuesta artística que es. Por lo pronto han logrado que la Organización Internacional: World Monument Foundation haya incluido Las Pozasdentro de su lista de 100 sitios del patrimonio cultural en peligro (World Monument Watch).
El interés iconográfico y de contexto era ya un reto para mí, pero éste se multiplicó de manera nodal, cuando me encontré con la cantidad de escritos autobiográficos que legó Edward James, olvidados dentro de maletas y arcones en una húmeda bodega de la selva. Y se confirmó cuando tuve oportunidad de revisar en los archivos privados de West Dean College –el castillo de Sussex donde habitó James con su familia- la extensa correspondencia de James con Leonora Carrington, gracias a la cortesía de Sharon Michi Kusunoki[2]. Me pareció un reto colaborar con el deseo de James, de que éstos escritos y dibujos sean despertados de su sueño, para ser leídos, explorados y recreados: “Con una buena edición” -escribe James- “recortando redundancias y quitando pasajes aburridos, algún día varias de mis cartas serán publicadas, en el lugar de Memorias”[3]
Me pareció una ironía, que un hombre que se consideraba en primer lugar un escritor confesional y un poeta, fuese tan poco difundido como tal, por sus propios legatarios. Eso me tentó más que nunca, a saber y a dar a conocer algo más sobre ¿qué es lo que James y el propio Plutarco escribieron y fotografiaron de Xilitla y cuáles fueron sus motivaciones, su ancla en ese punto geográfico de México? ¿Cuál fue el pensamiento, las preguntas que produjeron Las Pozas, este extraordinario simulacro surrealista de ruina romántica?
Decidí ahondar entre las páginas de este legado documental que consta de un impresionante cúmulo de escritos, prosa en hojas sueltas y poesía, así como tarjetas postales, fotos, trazos y dibujos producidos por James, fotos tomadas por Plutarco. Muchos de ellos inéditos. Entre ellos, cartas a los más diversos seres y personajes de su tiempo, como la correspondencia de James con Inés Amor, la bien conocida promotora de arte moderno mexicano desde su Galería de Arte Mexicano (que pude revisar gracias a la cortesía de Mariana Pérez Amor), con la fotógrafa surrealista húngara refugiada en México Katy Horna, con Igor Stravinsky, con Salvador Dalí, con René Magritte, con Pity y Toño Saldivar, en la Galería Souza, con los diversos miembros de la familia Gastélum –su familia mexicana- y con varios personajes más, dispersos por todo el globo.
Lo que había leído sobre la obra en Xilitla, antes de tener acceso a los textos personales de James,me proveía de una imagen en vez de mítica, estereotipada de su extravagancia, de su excentricidad (entendida ésta como sinónimo de raro, extraño, no convencional).
De tal manera que aunque en un principio pensé que esta investigación sería un ejercicio estético, limitado al desglose de la propia obra de arte, a su ubicación y contexto, el hallazgo de los documentos autobiográficos en donde cantidad de ellos tratan con persistencia enfática sobre la temática sexual, amplió el rumbo del trabajo. Fui encontrándome con el tabú que como una pared se apersona cada vez que uno desea profundizar acerca de la vida pasada de James, o acerca de su existencia en Xilitla, especialmente su relación con Plutarco Gastélum. El pesado silencio me hizo ver que el fantasma de la homofobia debía hacerse a un lado para escuchar las palabras y comprender mejor esta innovadora propuesta artística.
Lo que hoy me queda claro es que las Pozas de Xilitla es una instalación artística que da cuenta de una historia de amor, que fluyó en la medida en que James, siempre enamorado del amor, fue convenciendo a Plutarco y a sí mismo de que la construcción de arquitecturas era una forma de seguir relacionados dos seres tímidos y evasivos de su intimidad. Construir, por años y años una obra inesperada, extraña ante sus propios ojos, que dialoga en español, en la sierra fértil mexicana, con los fantasmas góticos de Inglaterra y Europa, y con los fantasmas precolombinos, vistos con los ojos del romanticismo, renovados por la corriente surrealista de los exiliados que Hitler trajo a México. Eso, conforma esta historia de amor digna de mirarse.
Del amor de James por Plutarco hay infinitas pruebas documentales. Incluso existen poemas publicados como los intitulados Plutarco y Retorna Dios de Cálido Aliento. [4]
Plutarco aparece en los escritos de James como reencarnación de un Adán de tierras mexicanas. Un hombre primigenio, puro, sensible, diferente. El enamoramiento de James recupera un viejo modelo, un ideal de belleza clásico que se actualiza en la piel morena del extranjero, en el lugar de la utopía.
Edward James no es el caballero colonial, aunque lo encarna como un Robinson Crusoe, entre los náufragos sobresalientes de esa mitología. Y es también un exiliado europeo del siglo XX, que emigra sin cesar en busca de un refugio, de un lugar y de un tiempo en donde ser, sea sinónimo de vivir en paz.
Hay un cambio de lugar entre el dandi que en 1947 llega con el guapo Plutarco Gastélum –recién desembarcados de Europa- a bordo de un elegante automóvil a Xilitla, un pueblo perdido en la sierra, a comprar la finca, y los testimonios que tenemos de Edward mismo acerca del transcurrir hacia la vejez hasta 1983. James descubre en ese camino que lo putrefacto, la mortalidad, la decadencia, aquello sobre lo que habló tantas veces con Dalí y con Lorca entre 1934 y 1939[5], era ya carne de su propio cuerpo, tomaba volumen en su obra arquitectónica. James acompañado de Plutarco, hacen en Xilitla una apropiación innovadora del método de la Paranoia Crítica de Dalí, al actuar sobre la naturaleza a partir de sus fantasías imaginarias y las de los que trabajan a su lado. Enfrentan con los materiales y la sapiencia del arte, sus propios procesos inconscientes, y actúan sobre la naturaleza en pos de la cíclica renovación de la vida tras la putrefacción.
En Las Pozas sucede la magia. Así como lo planteó Salvador Dalí, ahí el arte muestra una cosa por otra, inventa una realidad, puesta ahí en vez de la realidad convencional, oficial, socialmente aceptable. James y Gastélum construyeron un lugar inédito, único. Más que un cuadro o un objeto, produjeron una atmósfera, un lugar privilegiado.
Dalí el artista de los años 30 hace propuestas, comparte con Jacques Lacan, la teoría sobre la paranoia, él y Edward James van con Stefan Zweig a visitar al viejo Freud, refugiado en Londres, en 1938.
Y así como Dalí no sólo tiene ocurrencias para divertir o escandalizar. También James trabaja sobre la complejidad del inconsciente, interesado por los temas en que el psicoanálisis funda su disciplina.
Dalí era un paranoico asumido que requería reordenar la realidad de acuerdo a sus delirios y compartió con James este don, el de no negar, sino, por el contrario, sistematizar sus visiones entrando en ellas, realizando su trabajo artístico desde la alucinación y el discurso persecutorio.
Las imágenes que produce Dalí, tanto como las que construyeron los arquitectos de Xilitla son simulacros que aparecen en el lugar de realidades.
El concepto de lo putrefacto –como el discurso gastado de los convencionalismos morales sexuales-, ocupaba los cuestionamientos estéticos de Dalí y el poeta Federico García Lorca.[6] En la sierra huasteca, es la putrefacción de la propia naturaleza lo que genera la reinvención artística de la naturaleza. Es el límite de la muerte desde donde resurge el Paraíso.
En el transcurso de casi cuarenta años de ir y venir a México, sucede una metamorfosis en James, también en Plutarco – atacado a partir de 1972 por la enfermedad que doblegó su cuerpo y su ánimo -. Cada uno a su manera, ambos dedicaron lo sustantivo de sus vidas a producir este jardín que es un agasajo poético.
[1] Avery Danzinger, Edward James. Fabricante de sueños, video DVD, Top Drawer Productions, producido por Avery and Leonore Danzinger, USA, 1995, Color, 58 minutos.
[2]Especialista en el tema de James, ya que es la compiladora de su obra y celosa guardiana de su Archivo ante la Edward James Foundation.
[3]“With suitable editing –le escribe a Leonora- cutting out redundancies and boring pasages –some of my long letters might be publishable someday, in lieu of Memoirs.” Edward James, carta a Leonora Carrington, Arch. Edward James Foundation, West Dean College.
[4] Idem, p. 79-80 traducido al Español por Juan Tovar
[5] Rafael, Torroela, “Los Putrefactos” de Dalí y Lorca. Historia y antología de un libro que no pudo ser, Publicaciones de la Residencia Estudiantes, Madrid, 1998.
[6]Idem., p. 17.